A todo riesgo, a terceros… una duda justificada
Compramos un vehículo, y antes de sacarlo del concesionario hay que asegurarlo. Hasta aquí, todo claro. Pero… ¿qué tipo de seguro es el más adecuado para nuestro automóvil? Todos estaremos de acuerdo en que si se trata de un auto nuevo, debemos contratar un seguro a todo riesgo. ¿Por qué? Principalmente por dos razones:- La indemnización de la aseguradora en caso de siniestro total nos permitirá que el disgusto ante tal fatalidad sea menor.
- Si sufrimos un accidente, el seguro cubre tanto los daños propios como los daños a las otras partes implicadas en el siniestro (si la culpa del mismo es nuestra).
Mucha gente no lo hace porque ello implica renunciar a que la aseguradora asuma los desperfectos propios causados en un accidente. Sin embargo, debemos volver a la primera razón que nos llevó a contratar un seguro a todo riesgo para ver que uno a terceros, pasado un tiempo, es la opción adecuada. ¿Y por qué? La respuesta es sencilla.
Según los expertos, una vez que nuestro coche cumple seis años, deja de ser rentable tenerlo asegurado a todo riesgo. ¿La razón? El vehículo, con el paso del tiempo, se deprecia. Esto quiere decir que mientras más antiguo sea nuestro automóvil, menos indemnización recibiremos por parte de la aseguradora en caso de siniestro. Las compañías tienen en cuenta lo que pagaría en cada momento un concesionario por nuestro auto, siendo este valor cada vez menor. Es por ello que, pasado este tiempo, merece la pena asumir el riesgo de tener que reparar daños propios ‘tirando’ de nuestro bolsillo que seguir pagando anualmente una cuota que el vehículo ya no merece.
No obstante, los seguros a terceros suelen ofrecer la opción de extender sus coberturas por un precio nada abusivo: podemos contratar un seguro a terceros ampliado que nos cubra ante un posible robo, un incendio o una rotura de las lunas. Siempre será más económico que un seguro a todo riesgo, aunque éste pueda volverse realmente “barato” si disponemos de bonificaciones y demás ventajas.
¿Y si me compro un vehículo de segunda mano?
Todo lo que te he contado hasta ahora vale para el caso de comprar un auto nuevo. Pero con un mercado del vehículo de ocasión cada vez más boyante en nuestro país, ¿cómo debo actuar?Lo primero de todo, hay que tener en cuenta la edad del automóvil. La barrera de los seis años de la que te he hablado en el modelo nuevo también es aplicable en un auto de segunda mano. Si tiene ya más de cinco años en el momento de la compra, debemos actuar como si fuese nuestro vehículo desde el principio de su vida y nos tocase contratar un segundo a terceros… aunque siempre será recomendable tener las ampliaciones de las que te hablaba antes: te cubres las espaldas ante una serie de problemas que suelen ser habituales y su coste no es especialmente elevado.
¿A todo riesgo o a terceros? Las claves de tu decisión
Todo lo que te he contado no es “ley”, son una serie de consejos que miran por tu bolsillo. Esto quiere decir que si una persona es muy precavida, siempre puede optar por dejar asegurado su vehículo a todo riesgo en todo momento. Sin embargo, hay una serie de puntos clave que debemos tener en cuenta para ver si realmente, edad del auto aparte, nos merece la pena cambiar nuestro seguro a todo riesgo por uno a terceros. Son los siguientes:- Antigüedad del vehículo: ya hemos hablado de ello. Hay que pensar también que mientras más “veterano” sea el coche, más posibilidades de tener problemas habrá.
- Utilización del automóvil: no es lo mismo usar el coche dos veces a la semana por placer que cada día para ir al trabajo, por ejemplo. A mayor utilización, especialmente en horas punta, más opciones de sufrir un accidente. Si lo usas mucho, quizás te compense pagar el extra que supone el todo riesgo.
- ¿Tienes garaje?: si tu vehículo “duerme en la calle”, es más fácil que sufra algún acto vandálico que te obligue a requerir los servicios de la aseguradora. Las pólizas a terceros ampliadas suelen ser más que recomendables en estos casos.
- Situación económica: si tu economía es más bien “justa”, quizás convenga hacer el esfuerzo de pagar un seguro a todo riesgo. Parece un contrasentido, pero te cubrirá las espaldas ante un posible gran desembolso de dinero en el caso de sufrir un accidente serio.