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16 jun 2016

7 cosas que haces mal en los atascos (y que además se vuelven en tu contra)

Nos desesperan. Nos irritan. Nos deprimen. Los atascos son uno de los mayores suplicios para los conductores de las grandes ciudades, generalmente los que más los padecen. Las horas punta se convierten en una auténtica pesadilla, además de suponer un coste elevadísimo para todos en tiempo y dinero. Se antojan ya como inevitables y de hecho lo son (la red viaria no puede digerir tal flujo de vehículos en esos momentos críticos), nos resignamos a ellos y a menudo nos relajamos en exceso, lo que tampoco ayuda a mejorar la situación.
Son muchos los hábitos perniciosos que se repiten durante los embotellamientos de tráfico y detectarlos como camino a corregirlos debería ser un propósito firme para cualquier conductor. En definitiva, acumular retrasos únicamente va en perjuicio de todos aquéllos que los padecen, así que repasemos todo lo que hacemos mal en los atascos para intentar evitarlo.

DISTANCIA DE SEGURIDAD ESCASA
Conservar el espacio necesario para una detención de urgencia es básico en cualquier momento de la conducción, también al circular en caravana y a poca velocidad. Los embotellamientos suelen agravarse en horas punta por pequeñas colisiones que anulan un carril de la calzada, provocadas en su mayor parte por no respetar la distancia de seguridad. Hay que adecuarla, claro está, a la menor velocidad de circulación, lo que no significa que rodemos literalmente pegados a la trasera del vehículo que nos precede. Y controlar lo que puede llegar desde atrás mediante el espejo retrovisor también es una buena costumbre, que puede evitar un alcance si tenemos espacio suficiente para ganar unos metros en caso de necesidad.

CAMBIOS INNECESARIOS DE CARRIL
Sí, nos pasa a todos: siempre nos da la impresión de que el carril de circulación por el que precisamente no vamos nosotros va más rápido. Pues por lo general (salvo excepciones provocadas por algún incidente, incorporación o salida de la vía principal) es falso. Como ejercicio práctico basta con fijarse en algún otro vehículo que podamos identificar fácilmente por su tipología o decoración para comprobar que, tirones al margen, no suele haber demasiadas diferencias entre un carril y otro en una carretera colapsada. Por el contrario, los cambios constantes de línea sí ralentizan el ritmo y crean situaciones de peligro; por ejemplo, pueden ser críticas para quienes circulan en moto. Por eso, en caso de necesidad de abandonar el carril, es igualmente imprescindible señalizar la maniobra convenientemente con los intermitentes

NO RESPETAR EL TURNO
Es una imagen frecuente al llegar a una salida de la carretera por la que circulamos, por lo general con destino a otra que también puede estar saturada: un vehículo que circula por un segundo carril izquierdo más rápido aguarda hasta el último instante para buscar un hueco en el que colocarse sin respetar el turno de todos los demás. Al margen de la indiscutible falta de respeto que tal actitud representa, el riesgo de la maniobra es evidente; se bloquea un segundo carril (lo que puede provocar una colisión por detrás), hay que maniobrar con poco espacio y realizar una frenada comprometida por la densidad del tráfico. Una de las acciones más peligrosas que podemos apreciar en los atascos.

DIFICULTAR LAS MANIOBRAS
Tampoco tiene sentido complicarle la vida al resto de los automovilistas que quieren realizar una maniobra permitida y razonable. Muchos son los que, llevados por la tensión del momento o el nerviosismo, impiden a otros vehículos las incorporaciones o los cambios de línea, que ocasionalmente son inevitables. El resultado es que los carriles se desfiguran, los vehículos deben recolocarse y el colapso se amplifica.

ATENDER AL TELÉFONO Y NO AL TRÁFICO
Acuciados por el aburrimiento y la impaciencia, es fácil caer en la tentación de atender al teléfono en los atascos. Y ya no a las llamadas (algo legal con dispositivos manos libres) sino a la información que nos llega a través de los terminales inteligentes, desde el correo electrónico al WhatsApp pasando por las redes sociales o las páginas web. Las estadísticas señalan ya claramente a este hábito como responsable de un elevado porcentaje de accidentes, que también se producen en las aglomeraciones de tráfico (aunque sean por lo general de menos trascendencia) además de causar un entorpecimiento aún mayor de la circulación.

HACER LA ‘GOMA’
Precisamente por las distracciones, sean causadas por el móvil o por andar mirando el paisaje, llega otro de los fenómenos más nocivos de los atascos. Los estiramientos en el flujo circulatorio, lo que podemos llamar hacer la ‘goma’, abriéndose huecos significativos entre los vehículos que, a continuación, son recuperados por lo general a una velocidad inadecuada y por tanto peligrosa. El coche que va delante se aleja, el siguiente acelera más de la cuenta para recuperar el espacio, llega otra detención y la frenada consiguiente es una situación crítica que se debería evitar.

ABUSAR DEL EMBRAGUE
En este caso perjudicamos más a la mecánica (y al bolsillo) que a la circulación. Abusar del uso del embrague carece de sentido y además acorta la vida útil de este mecanismo de costosa sustitución. Quienes no utilizan un coche automático pueden tener tendencia a mantener pisado el pedal en detenciones cortas, da pereza quitar y poner la marcha cada vez que paramos y arrancamos. Podría parecer que no tiene importancia, que la cosa tampoco es para tanto, pero si la costumbre se enquista y soportamos un atasco a diario (o dos) sin duda alguna que el funcionamiento del sistema se terminará resintiendo.

15 jun 2016

Falsas excusas para no usar un cambio automático


“Yo soy de cambio manual, los automáticos son para quienes no saben conducir”. “¿Un cambio automático? Ni loco, se rompen todos”. “No me gustan los autos automáticos porque gastán mas”. Argumentos variopintos y en ocasiones peregrinos que plantean muchos automovilistas para rechazar los sistemas de transmisión automáticos. Sin embargo, se trata más leyendas urbanas y herencia del pasado que de una certeza en la actualidad. Casi todo lo que crees que no te gustara del automatismo se aleja de la realidad y lo vamos a demostrar…

Si te gusta conducir, el automático no es para tí


Lo correcto sería decir si te gusta pisar el embrague… Porque por lo demás, los modernos cambios automáticos permiten un control casi absoluto de sus funciones, manejando la palanca de modo secuencial (adelante y atrás) o incluso con levas en el volante. El conductor puede decidir siempre cuando subir o bajar de marcha, sólo que se evita la acción de tener que pisar el pedal del embrague. ¿Eso tiene mucho encanto?

Son transmisiones delicadas y poco fiables


Es cierto que tiempo atrás los cambios automáticos daban más problemas de los deseables. Eso hoy es historia. Las modernas transmisiones son tan fiables como cualquier caja manual o incluso más y su mantenimiento tampoco es más complejo o costoso. Y no sólo presentan ventajas para el propio sistema, el resto del motor también se beneficia de la eficacia que aporta la gestión electrónica del mismo. Un ordenador suele ser más efectivo que una persona en determinadas tareas…

Los coches automáticos gastan más


Otro mito heredado del pasado. Las características de antiguas transmisiones automáticas propiciaban que fueran menos eficientes que las manuales pero a día de hoy no hay diferencias significativas entre ambos. Es más, si confiamos en la gestión electrónica podremos obtener consumos que difícilmente se consiguen con el manejo manual, sobre todo en aquellos casos en los que se dispone de diferentes modos de gestión incluyendo uno económico.

Yo cambio más rápido que el automático


IMPOSIBLE. Pisar el embrague y mover la palanca es más lento que la operación de cambio que realiza un sofisticado sistema automático, especialmente los de doble embrague capaz tener preparada siempre la siguiente marcha para su inserción, al dividirlas en grupos de impares y pares. Ni el conductor más hábil podría hacer lo mismo en décimas de segundo.

Son menos seguros, tienen vacíos al circular


El funcionamiento de un buen cambio automático aporta seguridad a la conducción de forma incuestionable. Sistemas básicos o anticuados sí que pueden ser algo perezosos a las exigencias del conductor, pero la mayoría de los actuales tienen una respuesta rápida y contundente en cualquier momento… y nunca fallan una marcha como le puede ocurrir a cualquier automovilista.

Hay que ser un experto para sacar partido al automatismo


Muchos consideran los cambios automáticos complicados de manejar para aprovechar todo su potencial. En absoluto. Si preferimos intervenir en su funcionamiento (es decir, no dejar que haga de forma autónoma su trabajo) el manejo es intuitivo y sencillo, sólo nos debemos de olvidar del engorro de pisar el pedal del embrague para cambiar fácilmente de marcha mediante la palanca de cambio o las levas en el volante. Y sin necesidad de prestar atención al proceso de coordinación del accionamiento del embrague con el movimiento de una palanca en H.

 

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