Nos desesperan. Nos irritan. Nos deprimen. Los atascos son uno de los mayores suplicios para los conductores de las grandes ciudades, generalmente los que más los padecen. Las horas punta se convierten en una auténtica pesadilla, además de suponer un coste elevadísimo para todos en tiempo y dinero. Se antojan ya como inevitables y de hecho lo son (la red viaria no puede digerir tal flujo de vehículos en esos momentos críticos), nos resignamos a ellos y a menudo nos relajamos en exceso, lo que tampoco ayuda a mejorar la situación.
Son muchos los hábitos perniciosos que se repiten durante los embotellamientos de tráfico y detectarlos como camino a corregirlos debería ser un propósito firme para cualquier conductor. En definitiva, acumular retrasos únicamente va en perjuicio de todos aquéllos que los padecen, así que repasemos todo lo que hacemos mal en los atascos para intentar evitarlo.
DISTANCIA DE SEGURIDAD ESCASA
Conservar el espacio necesario para una detención de urgencia es básico en cualquier momento de la conducción, también al circular en caravana y a poca velocidad. Los embotellamientos suelen agravarse en horas punta por pequeñas colisiones que anulan un carril de la calzada, provocadas en su mayor parte por no respetar la distancia de seguridad. Hay que adecuarla, claro está, a la menor velocidad de circulación, lo que no significa que rodemos literalmente pegados a la trasera del vehículo que nos precede. Y controlar lo que puede llegar desde atrás mediante el espejo retrovisor también es una buena costumbre, que puede evitar un alcance si tenemos espacio suficiente para ganar unos metros en caso de necesidad.
CAMBIOS INNECESARIOS DE CARRIL
Sí, nos pasa a todos: siempre nos da la impresión de que el carril de circulación por el que precisamente no vamos nosotros va más rápido.
Pues por lo general (salvo excepciones provocadas por algún incidente,
incorporación o salida de la vía principal) es falso. Como ejercicio
práctico basta con fijarse en algún otro vehículo que podamos identificar fácilmente por su tipología o decoración para comprobar que, tirones al margen, no suele haber demasiadas diferencias entre un carril y otro en una carretera colapsada. Por el contrario, los cambios constantes de línea sí ralentizan el ritmo y crean situaciones de peligro; por ejemplo, pueden ser críticas para quienes circulan en moto. Por eso, en caso de necesidad de abandonar el carril, es igualmente imprescindible señalizar la maniobra convenientemente con los intermitentes
NO RESPETAR EL TURNO
Es una imagen frecuente al llegar a una salida de la carretera
por la que circulamos, por lo general con destino a otra que también
puede estar saturada: un vehículo que circula por un segundo carril
izquierdo más rápido aguarda hasta el último instante para buscar un hueco en el que colocarse sin respetar el turno de todos los demás. Al margen de la indiscutible falta de respeto que tal actitud representa, el riesgo de la maniobra es evidente; se bloquea un segundo carril (lo que puede provocar una colisión por detrás), hay que maniobrar con poco espacio y realizar una frenada comprometida por la densidad del tráfico. Una de las acciones más peligrosas que podemos apreciar en los atascos.
DIFICULTAR LAS MANIOBRAS
Tampoco tiene sentido complicarle la vida al resto de los automovilistas que quieren realizar una maniobra permitida y razonable. Muchos son los que, llevados por la tensión del momento o el nerviosismo, impiden a otros vehículos
las incorporaciones o los cambios de línea, que ocasionalmente son
inevitables. El resultado es que los carriles se desfiguran, los
vehículos deben recolocarse y el colapso se amplifica.
ATENDER AL TELÉFONO Y NO AL TRÁFICO
Acuciados por el aburrimiento y la impaciencia, es fácil caer en la tentación de atender al teléfono en los atascos. Y ya no a las llamadas (algo legal con dispositivos manos libres) sino a la información que nos llega a través de los terminales inteligentes, desde el correo electrónico al WhatsApp pasando por las redes sociales o las páginas web. Las estadísticas señalan ya claramente a este hábito como responsable de un elevado porcentaje
de accidentes, que también se producen en las aglomeraciones de tráfico
(aunque sean por lo general de menos trascendencia) además de causar un entorpecimiento aún mayor de la circulación.
HACER LA ‘GOMA’
Precisamente por las distracciones, sean causadas por el móvil o por andar mirando el paisaje, llega otro de los fenómenos más nocivos de los atascos. Los estiramientos en el flujo circulatorio, lo que podemos llamar hacer la ‘goma’, abriéndose huecos significativos entre los vehículos que, a continuación, son recuperados por lo general a una velocidad inadecuada y por tanto peligrosa. El coche que va delante se aleja, el siguiente acelera más de la cuenta para recuperar el espacio, llega otra detención y la frenada consiguiente es una situación crítica que se debería evitar.
ABUSAR DEL EMBRAGUE
En este caso perjudicamos más a la mecánica (y al bolsillo) que a la circulación. Abusar del uso del embrague carece de sentido y además acorta la vida útil de este mecanismo de costosa sustitución. Quienes no utilizan un coche automático pueden tener tendencia a mantener pisado el pedal en detenciones cortas, da pereza quitar y poner la marcha
cada vez que paramos y arrancamos. Podría parecer que no tiene
importancia, que la cosa tampoco es para tanto, pero si la costumbre se
enquista y soportamos un atasco a diario (o dos) sin duda alguna que el
funcionamiento del sistema se terminará resintiendo.
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