Encerar, pulir o pintar: he aquí la cuestión que muchos se plantean ante
una pintura fea o ajada, que resta prestancia al auto y, por tanto,
reduce su atractivo y valor de mercado.
A pesar de que la tecnología de las pinturas de carrocería ha ido
evolucionando al compás del resto de mejoras en los automóviles, es
probable que, nuestro auto no luzca como el primer día merced a unos buenos años a la intemperie.
Algunos, lejos de conformarse con “paños calientes” o lo que consideran “parches eventuales”, optan por pintar de nuevo la carrocería,
sin caer en la cuenta de que dicha solución puede no ser la más
indicada. Y es que la pintura de fábrica de los vehículos es, dicho de
una manera sencilla, más dura que la que más tarde nos puedan aplicar en
casi cualquier taller de chapa.
El fijado, las capas, la laca, el secado, el operar sobre una
carrocería totalmente desnuda y previamente tratada… todos esos procesos
le otorgan una ventaja con la que casi nadie es capaz de competir.
Y doy por sentada la profesionalidad y enorme valía de la mayoría de
profesionales de este sector, los cuales, no obstante, seguro que
coinciden conmigo en este punto.
Por eso, mejor reservar la baza del repintado –con parte a la
aseguradora a ser posible- para las situaciones más complicadas, como
una carrocería muy dañada, abollones indisimulables o una pintura
corroída hasta la mismísima chapa. Hasta llegar a eso, podemos escoger entre pulir, o simplemente encerar.
Ceras naturales o sintéticas
Cuando hablo de esto último, no me refiero sólo al programa número 3
de los autolavados a presión que contemplan la opción de “aclarado con
agua osmotizada y conservado con cera caliente”. No, hay que ir a más y
escoger una cera recuperadora de color en una tienda especializada para productos del automóvil.
De estas ceras nos vamos a encontrar gran variedad, aunque se dividen
básicamente en dos grandes grupos: las que son naturales… y las que no.
Las primeras son las más caras, y entre ellas brilla con luz propia la cera de carnauba (que se obtiene de las hojas de la palma Copernicia Prunífera, por cierto) que combina con maestría la dureza con el brillo.
La cera sintética (algunos también hablan de ella
como “sellador”) suele estar formada por polímeros, resinas acrílicas y
una variedad de componentes químicos destinados a crear enlaces con la
pintura, sellando los poros y evitando así que entren impurezas. Hoy en
día los hay hasta con “nanotecnología”.
Ahora bien, el resultado, aunque muy bueno, no llega a lo que suelen vender en su etiqueta.
A eso añado, y esto es válido para naturales y sintéticas, lo
engañoso de su “facilidad de aplicación”. O sea, en realidad no es
difícil, pero, para lograr el resultado pretendido, hay que echarle paciencia y horas de abrillantado.
En más de una ocasión, yo, con los trapos de microfibra en la mano, he
acabado clamando al cielo entre lamentos por haberme metido en este lío…
Los servicios profesionales destinados a mejorar la apariencia de
vehículos suelen emplear herramientas eléctricas (amoladoras con
esponjas suaves) para mejorar la eficacia y el efecto.
Qué es el pulimento
También queda por contemplar la opción del pulimento, más agresivo que las ceras, un peldaño por debajo del repintado del automóvil aunque con unos resultados bastante parecidos.
El pulimento (o “polish”) a emplear es un producto generalmente
cremoso que contiene microabrasivos encargados de eliminar la capa
superficial de laca dañada de nuestro coche. Últimamente también están
apareciendo arcillas como alternativa natural con un resultado casi idéntico.
Este proceso de pulido de la carrocería está recomendado para recuperar el brillo perdido por la pintura,
debido a la exposición solar, impurezas y pequeños rayones. Lo que se
logra al aplicarlo es retirar una pequeña parte de la capa protectora de
la pintura de origen para que ésta recupere su buen aspecto de manera
casi mágica e inmediata. El hecho de retirar una capa de barniz no nos
debe asustar, pues se trata sólo de micras, y el fabricante ya ha
contemplado esta posibilidad al aplicar la misma y ha puesto suficiente
cantidad como para pulir la pintura cada seis meses durante casi diez
años sin llegar a la base.
El pulimento no sirve, sin embargo, para arañazos profundos que han
llegado a la capa de imprimación. Ahí sí que necesitaremos un pincel de
pintura o, como lo llaman en algunas marcas, un “lápiz de retoque”.
Pulir un auto tampoco es sencillo, pero hay sitios
que, por una cantidad asequible de dinero, lo hacen por ti. Y es que
saber escoger el grano del “polish” para cada fase (generalmente se hace
en tres –ataque o corte, igualado y remate o brillo-) y su aplicación…
tiene arte. Como el encerado, se puede hacer a mano o a máquina, y su
acción se puede extender a faros y pilotos para devolverles el color o
la transparencia que puede que hayan perdido con el tiempo.
Estos dos “sencillos” procesos, incluso realizados por profesionales, salen por cerca de la mitad del precio que nos costaría repintar el automóvil,
por lo que es altamente recomendable recurrir a ellos, si es posible,
antes de tirar la toalla –y tal vez el dinero- en un repintado integral.
Con ellos, bien aplicados, parecerá que vuelves a estrenar… tu auto usado.